Techland es una desarrolladora con bastante experiencia en shooters en primera persona a sus espaldas. No en vano, en su haber cuenta con títulos como el original Chrome, Call of Juarez o el propio Dead Island. Y sí, sé que Dying Light no es estrictamente un shooter en primera persona... Pero se puede jugar como tal si uno quiere debido a la abundancia de armas de fuego. ¡Así que vamos a ver lo que aportó al género!
Jugabilidad e historia:
Dying Light, al igual que su primo-hermano Dead Island, recuerda enormemente a la fórmula que Ubisoft desarrolló a partir de Assassin's Creed II y que más tarde aplicó también a la serie Far Cry. De hecho, Dying Light comparte con los últimos Far Cry la presencia de las torres de comunicaciones escalables, el esquema de las misiones secundarias optativas (de una calidad notable, por cierto), el sistema de looteo buscando tesoros y aniquilando enemigos, los retos... ¡Incluso el árbol de mejora de personaje recuerda irremediablemente a la obra de Ubisoft!
Jugablemente, por lo tanto, esta obra de Techland no es sino un Far Cry con zombis y donde se ha incorporado un sistema de parkour tipo Mirror's Edge, y que además reucuerda irremediablemente a la saga Dead Island en muchos aspectos. Es decir... La originalidad brilla casi por su ausencia.
Sin embargo, eso no quiere decir que el juego sea malo o aburrido. Para nada. Presenta grandes aciertos como el sistema de mejora y potenciación de armas, así como esa sensación de que cada una de tus acciones repercute positivamente a la hora de mejorar el personaje, de que hagas lo que hagas siempre estás aprovechando para ir un paso adelante. Y el manejo con teclado y ratón funciona también a las mil maravillas, sobre todo a la hora de manejar las armas de fuego (yo las utilicé muy a menudo, todo sea dicho)
La historia no destaca especialmente, siendo muy tributaria de George A. Romero, pero los personajes están bien construidos y el protagonista es lo suficientemente carismático como para dejar huella. Bien por Techland.
Para concluir con el apartado Jugabilidad, hay que dar otro tirón de orejas a Techland ya que vendieron el juego como una experiencia nocturna brutal y aterradora, y a la hora de la verdad la idea está algo desaprovechada ya que la tensión queda finalmente reducida a correteos por los tejados y calles hasta llegar al siguiente refugio. ¡Se podía haber hecho algo más con una premisa tan buena!
Apartado visual y sonoro:
En cuanto a gráficos nos encontramos con luces y sombras, nunca mejor dicho. Detalles sorprendentes como el efecto del viento en la ropa y en la vegetación, así como la realista iluminación ambiental se ven afeados por unos entornos repetitivos, unos escenarios que no son todo lo interactivos que deberían (el uso de la física es más bien limitado) y algunas animaciones cuestionables... Sobre todo las de los propios zombis. Aunque el abundante gore compensa en gran parte estas carencias, por supuesto.
La música de Paweł Błaszczak es sin embargo muy destacable y a mí personalmente algunas piezas me han recordado a las partituras de las películas de John Carpenter de los ochenta. Es una música que no baja en calidad en ningún momento y que sin duda tampoco desapercibida.
El sonido cumple bien su cometido, destacando los gemidos de las hordas de mordedores así como el más que decente doblaje al español.
Conclusiones:
Dying Light es un juego que ofrece una campaña extensa y bien planteada, una historia aceptable y cientos de cosas que hacer para entretenerte durante largas sesiones de juego. Sin embargo, peca de falta de originalidad provocando una sensación de Déjà Vu inevitable en el jugador y presenta algunas ideas desaprovechadas como un cambio día-noche que no impacta tanto como los desarrolladores pretendían.
Sin embargo, si te gustan los juegos de acción en primera persona con zombis y te gusta la filosofía sandbox estilo Ubisoft, Dying Light te gustará pese a sus fallos. Recomendable.
Calificación: ****